



El sentimiento de placer recorre mis venas como adrenalina y que, si por mí fuera, desearía que nunca secara.
Recorre mis venas como adrenalina, después de penetrar la afilada hoja en la carne fresca, momentos antes de que la sangre comenzara a brotar de la herida y empezara a serpentear hacia el suelo, sobre el pecho desnudo de aquel hombre.
El seco golpe del cuerpo sin vida del hombre contra el suelo de madera gastada y crujiente dio por finalizada el sabor de aquel placer que circulaba en mis venas.
Respiro profundamente y noto que mi cuerpo está relajado y satisfecho.
Miro el reloj plateado de metal encima de la repisa oscura.
21:30
Me inclino hacia el suelo hasta que tengo las rodillas totalmente flexionadas.
Contemplo el inerte e inútil cuerpo sin vida del viejo Juan.
El cuerpo se enfría a cada minuto que pasa, a cada leve sonido metálico del reloj <<”Tic tac”>> que aleja, en el pasado y en el olvido, la hora de la muerte de Juan y el antiguo deseo de lo deseado.
Me levanto y a paso lento y relajado y con una sensación de haber realizado mi propósito me marcho hacia donde el viento me lleve.
Se aleja por las estrechas calles de la ciudad. Se adentra en la oscuridad de la ciudad en noche cerrada en busca de su nuevo vicio. Quien sabe, podrías ser tú.
No quiero esto. No lo quiero, no lo tomaré.
No quiero mirarme al espejo y ver todas las imperfecciones que me hacen ser como soy.
Eso solo conlleva al rechazo y al “¡No!” punzante que apaga la llama de un haz de verdadera vida de una persona.
Recuerdo aquellos momentos que le ví por primera vez.
Ojos oscuros, cabellos lisos de color negro que le caía sobre su bello rostro. Si, su cabello parecía un manto de belleza…
Tez pálida y piel perfecta. La misma perfección
Me había enamorado. Lo notaba.
El deseo de ser como él me recorría todas las partes de mi cuerpo. El deseo de que por un instante, solo por un instante, cruzáramos la mirada me quemaba por dentro.
Pero no sucedió. ¿Cómo un ser tan bello y perfecto iba a fijarse en alguien cohibido e imperfecto como yo?
En vez de una mirada, sonrió ampliamente y por un instante todo lo que me rodeaba desapareció. Solo estaba él. No yo. Solo él.
Pero, claro estaba. La sonrisa no iba dirigida a mí.
El deseo de tenerlo iba en aumento, porque era evidente de que nunca tendría la oportunidad.
Sentía que nunca llegaría a tener aquel aspecto. Nunca recaerá sobre mí el manto dorado de Dios para hacerme bello.
Seguiré siendo… Yo. Una rata que se escabulle y se esconde en los lugares más recónditos de la ciudad ,resguardándome de la realidad y alimentándome de los deseos de lo inalcanzable.
¡¡Asquerosa Realidad y deseos de un mundo perfecto!!
Aquella sonrisa posesiva y única me atrapó arrastrándome junto a innumerables sensaciones que solo podía mirar. Nunca sentir, ni siquiera sentir.
Le amo.
Pero se que no tendré valor para decírselo. No quiero sentir dolor otra vez.
El miedo al rechazo, a la ignorancia, el dolor y la tristeza son suficientes para no seguir adelante.
Total, para que decírselo. Solo es un alma que sufrirá eternamente. No conseguiré nada.
¿Cuál será su reacción?
Será la primera vez que me ve. Nunca me había visto, ni oído. Nunca sabría de mi existencia…
Total. ¿A quién le importa?
Tendré que mirara hacia delante y soportar el dolor de la pérdida. La pérdida de algo que ni siquiera es mío. Ni siquiera es real.
Seguiré hacia delante resistiendo lo que pueda.
Prefiero esto, a el rechazo y a el dolor del amor.
Porque no soportaría otro “¡No!” por respuesta… Porque esta vez no partiría mi pequeño y frágil corazón. Lo pararía y lo rompería.
Acabaría conmigo… Pero,
¿Acaso eso importa?
Este relato es sobre el amor.
Contado en primera persona y.... Puede que alguien lo sienta o no.
Puede que sea verdad o que no.
Pero lo que si es verdad con seguridad es que el dolor por el amor es insufrible.
GRACIAS por leerme^^
Raxx
Una historia de amor para todos los corazones dormidos que habitan en las profundidades del bosque.
A punto de cumplir los diecisiete años, el mundo de Clara se desmorona. Tras la muerte de su abuela -el último ser querido que le quedaba-, Clara se ve obligada a dejar Barcelona y reunirse con un tío lejano que reside en Colmenar, un pequeño pueblo de la provincia de Soria. Apenas se conocen y no les une ningún lazo de consanguinidad, pero tendrán que convivir hasta que Clara cumpla los dieciocho años.
Al llegar allí, Clara se da cuenta que su nueva vida lejos de la ciudad no va a ser fácil. Su tío Álvaro -un apicultor hosco y malhumorado- le brinda una fría acogida y le confiesa que “nunca se le han dado bien las personas”. A Clara no le resulta difícil convencerle para que le deje instalarse en un caserón aislado que es propiedad de la familia: necesita estar sola y nada le sentará mejor que empezar de cero en plena naturaleza. Pero desde el primer día en el caserón familiar empiezan a suceder cosas muy extrañas: ruidos misteriosos en una de las habitaciones de la casa, rostros que se asoman a las ventanas en plena noche...
Sola en el bosque, Clara deberá enfrentarse a sus propios fantasmas mientras crece en ella una intuición certera: alguien la está observando desde muy, muy cerca...Y a pesar de la crudeza del lugar y del frío otoño, el corazón de Clara empezará a templarse con las cariñosas atenciones de Braulio, un joven veterinario.
Sin embargo, no tardará en cruzarse en su camino un chico misterioso y solitario que, como ella, huye de un pasado atormentado y se refugia en las profundidades del bosque…